Tocaron diana…¡para qué! ¡si todos
estábamos despiertos! El miedo al primer salto no nos dejó pegar ojo.
En menos de cinco minutos ya estábamos formados para ir al comedor. “¡Hay
que saltar con la tripa llena!” decía un Cabo veterano, “¡Así no os llevarán
las térmicas!” puntualizaba irónicamente.
Entramos en silencio al comedor,
nadie tenía ganas de hacer ningún comentario; ni siquiera los más ocurrentes.
Los veteranos nos miraban de reojo entre risitas. “Hoy comemos carne de
recluta” dijo uno al fondo. Risas, muchas risas…
Cada uno disimulaba su miedo como
podía; unos rezaban un padrenuestro por lo bajini, no se podía demostrar miedo
alguno; otros miraban disimuladamente la foto de la novia como si fuera la última
vez que la iba a ver; la mayoría se preguntaba qué coño hacía ahí, quién le
había convencido ser paraca y saltar desde un viejo avión…
Nada más salir del comedor, el Cabo 1º de Semana nos dijo “¡Tenéis un minuto para mear y cagar!”
Nada más salir del comedor, el Cabo 1º de Semana nos dijo “¡Tenéis un minuto para mear y cagar!”
¿Mear, cagar…? Pero sino podíamos
echar gota; además, apenas habíamos ingerido nada…
-¡A formar…! –ordena el Cabo-. ¡Todo
el mundo con el equipo!¡Nos vamos al Área de Embarque!
En menos que canta un gallo, los
veinte aspirantes a Cazadores Paracaidistas estuvimos formados enfrente de la
Escuadrilla de Instructores.
-¡Un, dos, un, dos…! –vociferaba el
Cabo 1º camino al Aérea de Embarque.
Al pasar delante del Cuerpo de
Guardia, los veteranos nos miraban con una sonrisita y una canción… “Adiós con
el corazón/que con el alma no puedoooo…”
A más de uno se nos encogió el
corazón, pero la nota la dio otro veterano cuando gritó: “¡Podéis escoger los
cementerios que queráis…! ¡Se ven muchos desde la pava…!
Se oyeron muchas carcajadas,
parecían truenos de carcajadas…y nosotros cada vez más acongojados.
Nada más llegar al Área de Embarque,
nos situaron junto a los paracaídas con los que teníamos que saltar. Los
mirábamos de todos los ángulos, nos parecían viejos, sucios, rotos e
inseguros…Pero, ¿quién se atrevía a protestar?
Sin embargo, la tranquilidad y el
sosiego nos llegó como agua de mayo cuando vimos al Cabo Borrego y al Sargento
Sixto. Nos estaban esperando en el Área de Embarque…
-Tranquilos shiquillos,
tranquilos…-nos apaciguó el Cabo Adolfo Borrego con su acento sevillano, y añadió: -Todos hemos pasado
por aquí.
Y era cierto.
A todos los novatos les gastaban
bromas; algunas pasadas de rosca. Tal como le sucedió al novato llamado
‘cipote’.
-En ese paracaídas se mató Pepito
–dijo apesadumbrado el veterano.
Al pobre ‘cipote’ le faltó tiempo
para quitarse el paracaídas y salir huyendo como alma que lleva el diablo.
Detrás de él salieron dos ‘pistolos’
para traerlo como fuera. Al cabo de un buen rato apareció el pobre
‘cipote’ más pálido que una luna en invierno.
Gracias a los buenos oficios del
Cabo Borrego, el ‘cipote’ se colocó el paracaídas…pero otro paracaídas, que si
no es así, se escabulle como anguila y no lo pilla ni la benemérita.
(c)antoniocapelriera.
Próxima
entrega: “subidos en la ‘pava`”
Fantástico relato don Antonio, te felicito. Un abrazo
ResponderEliminarEl olor del MIEDO es el olor del rebufo de los AVIOCAR con las rampas bajadas al embarcar.INOLVIDABLE.
ResponderEliminar373AST.
No nos olvidemos de la fuente ⛲ que falta nos hacia siempre y nunca nos falló
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